Como cada 28 de junio, celebramos el Día Internacional del Orgullo LGTBI. En este día, homenajeamos a las compañeras que llevaron a cabo las revueltas de Stonewall, mujeres trans, precarias, racializadas, con el firme compromiso de seguir trabajando para que la diversidad de personas LGTBI tengan una igualdad real y puedan tener vidas dignas y felices.
Este año, la lucha ha venido marcada por el avance en una legislación por los derechos de las personas LGTBI en la que hemos trabajado sin descanso, acompañando la histórica lucha que los colectivos vienen defendiendo también, para conseguir derechos fundamentales para las personas LGTBI. España fue pionera en derechos LGTBI, convirtiéndose en el tercero del mundo en aprobar el matrimonio homosexual, pero, desde entones, estábamos inmersas en una parálisis de derechos LGTBI. Esta parálisis, sumada al auge de las políticas de extrema derecha que asolan, no solo a nuestro país, sino a gran parte del mundo, ha hecho que según datos del Ministerio del Interior, los delitos de odio por razones de orientación sexual o identidad de género ocupan el tercer lugar en nuestro país, siendo los segundos que más crecen. La Agencia de Derechos Fundamentales de la UE recoge en su estudio de 2020 que apenas se han producido mejoras contra los delitos de odio contra las personas LGTBI desde 2012. Además, afirma que estos delitos se intensifican en personas trans o intersex. Los datos no son mejores en el resto de formas de discriminación que sufre este colectivo, como podemos observar en su situación laboral o en materia de vivienda o acceso a la salud.
Para frenar esta discriminación y el terrible aumento de los discursos de odio, este último año no hemos dejado de trabajar en blindar todos los derechos de las personas LGTBI en una Ley Trans para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI. Esta será una ley pionera en la que por fin se despatologiza a las personas trans, tal y como ya ha indicado la OMS, y se permite la libre autodeterminación de género sin informes médicos, ni testigos. Bastará con la simple declaración de la persona. Con esta ley, nos sumamos a lo que han promovido distintos organismos internacionales como el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa o lo recogido en el artículo 14 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Frente a lo que pueda parecer por todo el ruido causado, esta es también una ley feminista que reconoce a las mujeres trans como mujeres y les otorga los mismos derechos que al resto de mujeres.
Por primera vez en nuestro país se prohibirán las terapias de conversión, aversión o contracondicionamiento destinadas a cambiar la orientación sexual o la identidad de género de las personas. También se otorgan derechos fundamentales a las personas intersex, como el derecho a no sufrir mutilación alguna al nacer y la ampliación de hasta un año para registrar el sexo del bebé. Devolvemos derechos a las mujeres lesbianas, bisexuales y solas como el acceso a las técnicas de reproducción asistida dentro del sistema sanitario de salud. Eliminamos la obligatoriedad del matrimonio para reconocer la filiación de las hijas, hijos e hijes en parejas de mujeres. En definitiva, será una ley integral que proponga medidas de acción positiva en todos los ámbitos en los que se sigue dando la discriminación por las razones mencionadas.
En este orgullo, tenemos muchas cosas por las que seguir trabajando, como poder ampliar la autodeterminación de género libre a personas migrantes y menores, pero también tenemos mucho que celebrar. Celebremos todo lo que hemos conseguido y que se ha vuelto a abrir el camino para seguir construyendo una sociedad feminista y diversa para todas las personas LGTBI. ¡Será Ley! ¡Sí se puede!