La Comisión de Seguimiento del Pacto del Agua se reunió ayer en Zaragoza por primera vez esta legislatura, tras tres años y medio sin hacerlo, para analizar el desarrollo de sus obras.
Nos alegramos de que volviera a reunirse la Comisión de Seguimiento del Pacto del Agua. Es necesario que se pueda visibilizar que el Pacto del Agua está caduco. Sin embargo, el resultado ha sido decepcionante, ya que donde hacía falta compromiso y soluciones hemos encontrado cerrazón en ambos gobiernos, central y autonómico.
- Las grandes obras del Pacto del Agua contenidas en los Presupuestos del Estado de este año han sido cuestionadas socialmente o por los tribunales. Su ejecución se ha vuelto imposible mientras enormes partidas presupuestarias se quedan bloqueadas y sin ejecutar.
- Entretanto, ni la limpieza de la contaminación por lindano ni las obras de restitución correspondientes a los pantanos se llevan a cabo. Es el momento de que el Gobierno Central haga política y destine fondos a las obras que se pueden y se deben hacer.
El Pacto del Agua ha de actualizarse en clave social, de diálogo y de acuerdo, pero en lugar de ello, el Gobierno central y el de Aragón parecen empeñados en que nos tengamos que encontrar en los tribunales, cuando insisten en hacer política hidrológica contra la ley y el sentido común.
Ni el gobierno de Javier Lambán ni la ministra Tejerina se pueden esconder detrás de la ignorancia. El mejor ejemplo de mediación para que la gente tenga agua en Aragón, de buena gestión de los recursos hídricos es el Matarraña, que ha contado con dialogo y consenso social, lo que demuestra que otro modelo es posible.
Frente a estos ejemplos, que muestran cuál es el único camino viable, gobierno español y aragonés insisten en hacer oídos sordos a los tribunales: mantienen vivos los fantasmas como el del Pantano de Biscarrues, cuando la Justicia ya les ha dicho en muchas ocasiones que no cumple con la normativa ambiental.